Estoy muy molesta, una vez más la violencia estructural defiende a quienes quebrantan la ley, no se trata de Derechos Humanos sino de incompetencia, de desconocimiento de los hechos y del Trato Pro Persona. El origen de la violencia se gesta en la familia, en el entorno privado y muchas que lo hemos enfrentado, padecemos además de la apatía de las autoridades, muchas veces esas historias terminan en tragedia, cuando justo quien aparentaba querer más a una mujer se convierte en un feminicida. Hay muchas formas de matar, hay muchas maneras de lastimar, la violencia más cruel es la psicológica o como de la que hablaré en esta ocasión de violencia patrimonial, que empobrece y causa daño psicológico a las mujeres que la padecen.
Cuando trabajé capacitando funcionarios era impresionante la cantidad de ellos que desconocen la perspectiva de género , por supuesto siguen basados en un sistema patriarcal incluyendo a mujeres que se ponen a favor de los pobrecitos morosos alimentarios. Prácticamente si dependieran de ese tipo de padres desobligados los hijos e hijas morirían de hambre, en mi país al menos el 70 por ciento de los hombres no asumen su responsabilidad económica, en el mejor de los casos las mujeres emprendemos alguna denuncia incluso penal, pero la realidad es que las autoridades tardan años en accionar y ejecutar las sentencias, es desgastante y simplemente incurren en violencia institucional por omisión. Yo quiero ver hasta donde puedo llegar, la paciencia ha sido mi herramienta para tolerar los años en tribunales. No renunciaré al derecho de mis hijas, es mi obligación como su representante legal.
Nosotras las mujeres que nos quedamos a cargo de los hijos no ponemos el pretexto de -“no tengo o no puedo”-, siempre tenemos que poder, siempre tenemos que hacer algo por sacar adelante a nuestras hijas o hijos, no nos quedamos como mediocres esperando que caiga el peso de la ley contra nosotras para cumplir, cuando sabemos qué es lo que necesitan , no es sólo un techo lo que da sensación de hogar, no es sólo un plato de sopa lo que nutre, ni una cobija la que nos da calor y sensación de protección.
Yo misma he pasado por una amplio análisis de la manera en que nos joden la vida los padres y madres, estoy absolutamente de acuerdo con lo que asevera Alice Miller en sus diferentes textos, basta de seguir encubriendo a padres y madres que humillan y maltratan, basta de ponerlos en un altar y esperar limosnas de afecto. El horror que vivieron muchas niñas y niños no justifica que luego se vuelvan igual de despiadados, de alguna manera explica el porqué muchos psicópatas integrados después de vivir el abandono se vuelven fríos e insensibles ante el dolor humano. Pero carajo, ni en tiempo de pandemia ser capaz de mostrar amor o interés por los hijos es algo imperdonable. Algunas mujeres que vivimos la violencia cuando fuimos niñas como algo natural difícilmente podemos salir de ese entorno y menos aún cuando no contamos con independencia económica o una red de apoyo. Parece mentira pero en ocasiones es más admirable lo que hacen algunos animales, ellos nunca dejarían sin un techo a sus crías, ni están contando cuantos gusanos dan a sus pequeños, aunque no se puede pedir que otorgue lo que nunca recibió, imaginaba que las circunstancias ablandarían su corazón de cacto, pero no es así.
Me queda seguir estudiando y analizando el origen y raíz del porqué algunas mujeres se relacionan con esa clase de bichos insensibles. Cómo salir de ahí y no ser parte de la estadística. Ese será mi tema de Tesis de Maestría, algo bueno tengo que sacar de todo esto, no creen?
Sincero, valiente, auténtico tu texto, donde expones una realidad candente de muchas mujeres. Te deseo mucho éxito en esa Tesis de Maestría. Te mando mi abrazo y cariño.