
Podrás quebrantar mi alma
pero no mi esqueleto
con mis huesos afilados
rasgaré tu piel cobarde
Mi alma herida volverá al camino
Shirashaman
No volveremos a arrastrarnos como los gusanos, la abrace y regresé a mi adolescencia, a la tarde en que mi mundo se desmorono tras el anuncio de mi padre de que dejaría de pagarme el Conservatorio, éramos sólo siete mujeres en todo el campus, la mayoría de igual manera no concluirían, algunas se dedicarían a la docencia y otras se comprometerían en matrimonio tirando a la borda los años de estudio. En aquel entonces un nubarrón gris me convocó a morir de hambre, aún así mi esqueleto resistió.
Hoy es el turno de mi hija, la espiral nos absorbe con su guadaña, en plena pandemia, los caminos se cierran y se truncan sus pasos, la justicia tarda y las colegiaturas se acumulan, yo no puedo salvar este naufragio pese a que me continuo moviendo en el agua y dando zarpazos para ver si los tribunales deciden acción contra el infeliz cobarde que se digno a presentarse con dos abogados mientras deja a mis hijas sin pensión alimenticia.
Mis ideas van y vienen, me sumerjo entre las cenizas, me desespero vuelvo a calcular, hoy vuelve a ser fundamental la salud, la carrera de arquitectura de mi hija podrá esperar sus calificaciones de excelencia marcan que es su camino, yo sacudo nuevamente mis rodillas y vuelvo a levantarme, mientras siga el camino hay que volver a caminar.
difficilmente saremo perdonati
Podrá existir el perdón pero jamas el olvido. Abrazos