
Dolor y cansancio, a diario recibo un promedio de 25 pacientes, todos tocados de una u otra manera por el Covid, algunos salieron victoriosos y casi asintomáticos, sólo con dolores musculares o de cabeza, otros con secuelas en los pulmones y tos persistente después de varios meses, algunos con la visión disminuida por el trabajo y escuela frente a monitores de computadora o celular. Lo más doloroso son algunas historias como la de la intendente del hospital civil , que es el que mayor número de pacientes recibe el estado, me platicó de la desesperación que vivieron en Enero cuando estaba a toda su capacidad la ocupación del nosocomio y ya no había camas, se acumulaban en el suelo de los pasillos cientos de enfermos ante los ruegos de los familiares para que fueran atendidos, la historia de la que trabaja en el más grande panteón de mi ciudad y que de manera insólita recibían entre 18 y 20 cadáveres diarios, no pueden realizarse ceremonias de despedida ni velación ante el dolor y desesperación de los deudos, la historia de la señora que perdió a su esposo y dos hijos en una misma semana, o la de la hija que quería poner su graduación en el armazón que usara su padre recién fallecido hace una semana, el dolor y la incertidumbre de algunos ancianos y ancianas que han permanecido encerrados por casi un año sin mucho contacto con familia ni nietos o la de mujeres que además de salir a trabajar han tenido que ocupar el lugar de maestras pues ya no ha habido clases mas que en linea en el mejor de los casos. Adolescentes hartos de no poder salir a convivir con personas de su edad y con el sinsentido si valdrá la pena continuar sus estudios. En el mejor de los casos como el de mi hija menor esta pandemia le ha servido para aprender dos instrumentos ukulele y guitarra, la batería tendrá que esperar hasta que pueda comprársela o mi hija la mayor que estaba aprendiendo piano pero que por mis aprietos económicos tuve que empeñar. Bueno por lo menos ahora tengo un trabajo digno y aunque hace unas semanas estuve fatal con sospecha de covid he salido adelante con mi sistema inmunológico maravilloso y mi capacidad pulmonar desarrollada por el canto, que ha salvado mi pellejo de mayores consecuencias. La angustia continua, el dolor puedo palparlo a diario en esos breves minutos en que intento regresar un poco de alegría llevando luz a los ojos de mis pacientes.